Se celebra el 8M como Día Internacional de la Mujer para conmemorar la lucha de las mujeres por su participación en la sociedad y su desarrollo íntegro como persona, en pie de igualdad con el hombre [1].
Lo cierto es que, casi de un día para otro, nuestra sociedad se ha visto sumergida por un tsunami de actividades que buscan destacar el papel de la mujer, visibilizar la labor científica de las mujeres, fomentar las vocaciones STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) en las niñas. En la Escuela de Ingeniería en la que trabajo, como seguro en muchos/todos los centros de las universidades españolas, se ha constituido una «Comisión de Igualdad», enmarcada dentro del Plan de Igualdad de la Universidad [2] para promover el respeto y la igualdad de mujeres y hombres. Al redactar un proyecto para su evaluación, sea nacional o europeo, los investigadores debemos explicar, en un apartado específico, la relevancia de género, tanto en la temática abordada como en la composición del equipo [3].
Y me atrevo a afirmar que todo esto no solo está siendo necesario sino que está resultando bastante efectivo. Como he descubierto recientemente que fue también el caso de muchas de mis compañeras, yo me planteé estudiar la carrera de Ciencias Físicas motivada por Marie Curie, «mi referencia», a raíz de leer un extracto sobre el descubrimiento del radio, que incluía mi libro de Ciencias [4] en páginas de color verde (de «lectura complementaria»). Aún conservo el libro y curiosamente incluye al final un apartado de «biografías» en las que no está incluida ni ella (ni su marido), ni tampoco ninguna otra mujer.
A día de hoy tenemos la internet plagada de blogs que nos cuentan la vida y contribuciones de mujeres científicas, muchas de las cuales son para mí un verdadero descubrimiento; abundan las exposiciones y charlas de divulgación sobre ellas, que se llevan a colegios de Primaria e institutos de Secundaria, y en la universidad muchos profesores hacemos todo lo que podemos por referirnos por igual a mujeres/hombres que han hecho avanzar el conocimiento en los temas que incluyen las asignaturas que impartimos. Todo ello casi impensable hace 40 años (que suenan a muchos, pero no son tantos).
Como ya he mencionado, yo estudié Físicas, en la Complutense de Madrid, del 1983 al 1987. Tuve la gran suerte de tener todo el apoyo de mis padres para estudiar en la universidad, lo que sé de buena tinta que no era siempre el caso para las mujeres, especialmente aquellas de la generación previa a la mía. Una abuelita de un pueblo vecino cuenta siempre, muy seria, que ella hubiera querido seguir estudiando después de la escuela, que su maestra pensaba que era muy inteligente, y que fue a hablar con su padre para que la dejara continuar sus estudios; pero éste le replicó que nunca permitiría que una hija suya estudiara y trabajara para terminar manteniendo a algún hombre… En la facultad, claramente había menos profesoras que profesores (sólo recuerdo a tres profesoras en toda la carrera), pero no puedo decir que me sintiera en ningún momento tratada de forma diferente a mis compañeros. Aunque éramos menos chicas, sí que éramos las suficientes como para formar un pequeño grupo, y cuento actualmente con muy buenas amigas de aquella época; de entre ellas, todas hemos conseguido trabajos relacionados con la profesión de física (en mayor o menor grado).
Mi experiencia después de estudiar Física
Tras terminar la licenciatura, realicé mi tesis doctoral en el Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (ICMM), en el CSIC. En el grupo donde trabajaba, había una proporción similar de investigadores e investigadoras (con plaza), y de becarios y becarias. Tras terminar mi tesis, conseguí una beca postdoctoral del CSIC para completar mi formación investigadora en la Universidad Libre de Berlín, en Alemania, y tras estar allí dos años, pude volver de nuevo al ICMM con una beca de reincorporación. Pero, a partir de ese momento, empezaron los problemas, similares a los que los contratados temporales en el CSIC siguen teniendo ahora, porque plazas para acceder a un trabajo estable, no había. Tuve que volver a salir a trabajar en el extranjero; estuve más de un año trabajando en los laboratorios de IBM, en Zurich, en Suiza, y de allí me trasladé a la Universidad de Oxford, en Inglaterra; la verdad es que presentándome a todas las oposiciones del CSIC en las que encajaba mi perfil, y presentando mi CV en universidades –sin ningún éxito, ya que no disponía de experiencia docente– intentando volver como pudiera a trabajar en mi país.
Finalmente conseguí una plaza de Profesora Ayudante en la Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén, en la Universidad de Castilla-La Mancha, dentro del área de Ciencia e Ingeniería de Materiales, y ha sido aquí donde definitivamente he podido montar un pequeño laboratorio y desarrollarme profesionalmente. Como anécdota de mis años fuera de España, puedo mencionar que me resultó sorprendente que, en países como Alemania y Suiza, la mentalidad respecto a diferencia de género era, en la época en la que yo estuve allí, bastante más restrictiva que en España. No puedo olvidar comentarios con «irrefutables» argumentos respecto a que pretender acceder a dos sueldos en una misma familia, trabajando ambos conyugues, era casi inmoral, dada la escasez de puestos de trabajo; y «lógicamente», si quería tener niños y formar una familia, era la mujer la que debía quedarse en casa. Aunque debo subrayar que estas situaciones eran simplemente eso, anecdóticas; en ningún momento de mi trayectoria profesional me he sentido menospreciada o minusvalorada por el hecho de ser mujer.
En mi opinión, sin casi darnos cuenta, otra de las «cosas buenas» que se está consiguiendo con el afán actual de visibilizar y promocionar a las mujeres es que nosotras mismas nos conozcamos y nos valoremos más y mejor entre nosotras. Aquí la APEF [5], por ejemplo, tiene también en sus objetivos el ayudarnos a establecer vínculos profesionales, desarrollar nuestra conciencia de pertenecer a un colectivo y darnos cuentas de lo que compartimos; aunque muchos físicos trabajamos en ámbitos distintos, es muy probable que hayamos tenido o tengamos experiencias y aspiraciones similares, que nos unan. Somos muchas las mujeres que trabajamos en el ámbito de la física, a pesar de que, comparativamente, seguimos siendo pocas.
Y… ¿por qué, en general, las mujeres optan en menor grado por carreras STEM?
Quizá sea, efectivamente, que hayan faltado «referencias femeninas» para las niñas a la hora de elegir qué carrera estudiar. Si esa es la razón, el enorme impulso por visibilizar la contribución de las mujeres en estos ámbitos que se lleva a cabo actualmente tendrá, más pronto que tarde, que ir dando su fruto. También se ha multiplicado el número de actividades de divulgación, en las que, en eventos como el 11F, se ofertan charlas y se llevan a cabo experimentos científicos divulgativos. No dejo de sorprenderme por la gran opción de «experimentos caseros» que uno encuentra hoy por ejemplo en YouTube, fáciles y baratos de implementar, e idóneos para despertar la curiosidad y explorar conceptos. Que además de disponer de «referencias femeninas» nuestras niñas puedan descubrir experimentando que la física es magia, y que la formación en física nos abre las puertas al enorme privilegio de entender la magia y dominarla… Sin duda tenemos que seguir. Involucrando a las niñas, visualizando nuestro papel como mujeres, tomando conciencia de todo lo que hemos hecho y hacemos. Tenemos que seguir celebrando el 8M. Yo diría que vamos por el buen camino y que lo estamos consiguiendo.
(Agradezco a mi hermana, Rosa Cuberes, doctora en Medicina (jubilada) la lectura crítica de esta entrada de blog).
Referencias
[1] Día Internacional de la Mujer. Naciones Unidas. Enlace
[2] Plan de Igualdad de la Universidad de Castilla-La Mancha. Enlace
[3] Gender equality. Horizon 2020 Online Manual. European Commission. Enlace
[4] Consultor: Ciencias Naturales, 6º de EGB (Editorial Santillana, 1972). Enlace
[5] Asociación Profesional Española de Física. Enlace
[6] Autor de la imagen principal: HANSUAN FABREGAS. Texto modificado para el artículo.